Queridos hermanos, en muchas ocasiones,
sino es que en todas, los seres humanos ocultamos aquellas cosas que nos
parecen desfavorables, diciendo solo parte de la verdad, es decir sacamos a la
luz únicamente los argumentos que estén a nuestro favor.
Para el ser humano es una
tendencia muy natural culpar de nuestras acciones a los demás, desvirtuamos la
realidad tratando de matizar un cuadro más favorable a nosotros.
La Santa Biblia nos muestra que
desde el principio ha sido ésta la naturaleza del hombre, por ejemplo, en la caída
del hombre podemos ver que Adán no tomo su responsabilidad y busco la manera de
culpar a otros por lo que pasó; Adán le echó la culpa a Eva.
“Y el
hombre respondió:
La
mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.”
Gn.
3:12
Y vemos que también Eva no tomo su responsabilidad y le echó
la culpa al diablo.
“La
serpiente me engañó, y comí”
Gn.
3:13
Y así como este anterior,
podemos encontrar muchos ejemplos en la Biblia, veamos otro más.
El rey Saúl también justifico su
desobediencia; podemos observar que en el capítulo 15 del primer libro de Samuel
que Dios le ordena a Saúl (v. 3): “Vé,
pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él;
mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y
asnos.”
Entonces Saúl (v. 8-9) fue “Y tomó
vivo a Agag rey de Amalec, pero
a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a
lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los
carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que
era vil y despreciable destruyeron.”
En versículos posteriores, a
Dios le pesa haber puesto al rey Saúl por rey debido su desobediencia.
Pero cuando Samuel se presenta
a Saúl para hacerle ver su falta, este en lugar de reconocerla se justifica de
la siguiente manera (vr. 20-21): “Y Saúl
respondió a Samuel: Antes bien he
obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he
destruido a los amalecitas. Mas el
pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer
sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.” Podemos observar que no
solamente se justifica otorgando a su desobediencia un motivo piadoso, sino que
también le echa culpa al pueblo.
La orden era matar todo, y todo
es todo, por lo tanto Samuel le dice (v. 22-23): “¿Se complace Jehová tanto en los
holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y
como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de
Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.”
Como hemos visto en uno y otro
caso Dios ya sabía lo que habían hecho, Dios nos conoce profundamente y trae a
la luz por medio de su palabra cosas escondidas de las tinieblas y revela los
pensamientos e intenciones del corazón (He 4:12).
Por lo tanto si nosotros
queremos andar francamente en su camino y tener una comunión sincera con Él debemos
ser honestos en todos nuestros testimonios aunque la situación sea adversa para
nosotros, no hay nada oculto para nuestro Dios, podemos engañar al hombre, pero
a nuestro Sr. No.
Queridos hermanos y amigos,
debemos reconocer nuestras faltas y encararlas, reconocer ante Dios que hemos
cometido pecado, hacerlo sin justificarnos, sino de una manera sincera y de corazón
arrepentirnos para que él pueda sanarnos y cambiarnos.
Oremos:
Sr.
En el nombre de Jesús nos allegamos ante tu trono de gracia, agradecidos porque
las vicisitudes que se nos presentan en la vida nos enseñan a poder rectificar
nuestros caminos, te agradecemos por la palabra que nos das y porque nos
muestras que no hay nada oculto para ti, gracias porque a través de este
pequeño mensaje tu nos muestras que debemos ser sinceros y reconocer nuestras
faltas. Confesamos que no hemos hecho conforme a tu palabra e imploramos de tu perdón
y misericordia. Humildemente solicitamos que seas Tú transformando nuestras
vidas, que tomes el control de ellas y obres conforme a tu voluntad, restaures
todo aquello que nosotros hemos desecho, todo sea para tu gloria y honra. Amén,
amén y amén.
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